Académicos y profesionales, profesores y guionistas, se reúnen en las páginas de este libro para exponer sus respectivas disecciones de diez guiones libremente elegidos por cada uno de ellos y que les resultan ejemplares por motivos más que argumentados. Su reunión es fruto de la amistad trabada con los autores en las aulas del Máster de Guión de ficción para cine televisión que desde hace diez años los editores dirigen en la Universidad Pontificia de Salamanca.
El volumen lo abren los docentes con una selección de títulos muy emblemáticos en términos históricos. Pedro Sangro demuestra su pasión por el maestro Billy Wilder, para muchos el más grande guionista que jamás ha existido y autor de un mecano tan preciso y complejo como El apartamento. Ernesto Pérez le abre la puerta al cine europeo y rinde tributo al maestro Visconti y a su compleja y sugerente Muerte en Venecia. Antonio Sánchez-Escalonilla se detiene en el cine espectacular y aventurero de La guerra de las Galaxias y ensancha con sabiduría los límites de lo mucho que se ha escrito sobre una de las narraciones más influyentes de la cultura popular contemporánea. Miguel Ángel Huerta sale del mundo celestial y desciende a los infiernos personales del guionista Paul Schrader y del director Martin Scorsese, padres de la mítica Taxi Driver. Y José Luis Sánchez Noriega demuestra su sabiduría sobre el cine de Mario Camus y sobre el brillante ejercicio de adaptación que convirtió la novela de Miguel Delibes, Los santos inocentes, en un filme eterno de la cinematografía española.
¿Y nuestros autores guionistas? Pues demuestran, una vez más, que para dedicarse a tan exigente profesión hay que poseer una mirada singular sobre la realidad. En general, en las elecciones que realizan abunda la heterodoxia, la huida del lugar común y el carácter visionario para hacer hallazgos extraordinarios en los textos más variopintos. Ellos saben que de todo se aprende. Y son esponjas. Por eso, resulta un lujo conocer junto a Carlos Molinero (Cuéntame como pasó) los “ritos arcanos” que practicaron los “maeses” Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría para redondear el guion de El día de la bestia. O pasar por una experiencia paradójica, hecha de angustia y disfrute, gracias al nervio de Rodrigo Cortés (Buried-Enterrado) en su original e instructiva narración sobre El cazador de sueños. Y reparar, por obra y gracia del siempre preciso David Muñoz (La hora Chanante, El espinazo del diablo), en que detrás de Los inmortales hay un soporte dramático de primera magnitud… dilapidado por desgracia —como se le ilustrará al lector en el capítulo correspondiente— en su mediocre saga. O recuperar de la desmemoria un título como Matrimonio de conveniencia, una comedia romántica magníficamente diseccionada por Diego San José (Pagafantas) —curtido guionista en tan exigente género—. Todo un lujo, insistimos, como el que supone despedirse del libro al lado de Sergio Barrejón (Amar en tiempos revueltos), quien nos recuerda que tras la evasiva apariencia de Regreso al futuro puede ocultarse la sombra de Sófocles.